Toda la vida, eternamente.
Pero me inquietaba; presentía que su suerte iba a decidirse, aunque confieso que no era su suerte lo que me traía de cabeza. Yo quería penetrar en sus secretos. Yo deseaba que viniera a mí y me dijera "Te quiero"; pero si eso no podía ser, si era una locura inconcedible, entonces...¿qué cabía desear? ¿Acaso sabía yo misma lo que quería? Me sentía despistada; sólo ambicionaba estar junto a él, en su aureola, en su nimbo, siempre, toda la vida, eternamente.
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