Tengo ganas de volar.

Tengo ganas de salir, la verdad, no sé, tampoco estoy tan mal. Cuántas cosas tengo que dejar y puede ser que tiembles al empezar febrero, que te des la vuelta y no esté. No me busques, yo me encontraré. No me quedaba nada para compartir, lo gasté todo en ti. Dejen espacio para mí, sólo quiero celebrar, abran fuego artificial. Un año nuevo y nada más. Qué me tira, no lo sé, tengo ganas de volar, suelta y no me agarres más. Déjame que pueda ver, tocar, me queda tanto por probar...

Abrazar a alguien después de haberlo echado tanto de menos.

No siempre tiene que ir todo bien, nunca puedes caerle bien a todo el mundo, aunque es una cosa que tampoco quieres. No pretendas contarle algo muy serio a aquella persona que no lo hace contigo, jamás prometas algo que no puedas cumplir, pues a aquella persona que se lo prometas no le sentará nada bien. No busques refugio o protección en alguien que has conocido hace un mes, así parezca la mejor persona del mundo, porque a la primera de cambio te decepcionará, lógicamente no te conoce del todo y no sabe qué te puede afectar. Hay gente que te quiere por interés y solo querrá enterarse de qué te pasa, para decírselo al primero que pase o para sentirse bien mientras tú estás mal. Pero no podemos encerrarnos ahí, porque también hay personas que te dan sorpresas y aparecen cuando más lo necesitas, sin tener que llamarles... Personas que no ves hace una semana  y justo en ese momento aparecen por tu puerta... Yo pienso que una de las mejores sensaciones en la vida, es abrazar a alguien después de haberlo echado tanto de menos. Quedémonos con las personas, la gente sobra.

Habían envejecido juntos.

Quería poder planear su vida con todos los pasos habituales: convivir, prometerse, casarse, tener hijos y después, una larga serie de días normales y corrientes, uno tras otro, hasta que llegase aquél en que se mirasen uno al otro para descubrir que habían envejecido juntos. No le parecía mucho pedir.