Musicota.

25 de enero de 2014

La felicidad era una forma de vida y no un estado pasajero.

Cómo echo de menos aquella época en la que el dolor era una herida en la rodilla, la mentira una inocente verdad a medias, los secretos la prueba más fiel de amistad y los problemas sólo eran cuestiones matemáticas. Aquella época en la que las carreras se contaban en metros o en segundos y no en créditos, cuando un amigo era un hermano y un hermano un enemigo, cuando las tardes consistían en jugar, merendar y jugar, cuando el chocolate era el tesoro más preciado que podías conseguir. Cuánto daría por volver a esa época en la que los helados eran más grandes y manchaban más, en la que los adultos eran unas personas raras, que hablaban de cosas raras y se comportaban de forma rara. Aquellos tiempos en los que la felicidad era una forma de vida y no un estado pasajero. Volver a aquella inocente infancia en la que la magia, la ilusión y la fantasía eran lo único real en un mundo pequeño, pero lleno de vida.

19 de enero de 2014

El límite lo marcas tú.

Tengo tantas ideas rondando por la cabeza que no consigo ordenar nada, es como si todos los domingos analizara la semana y viera que todo se me queda cada vez más grande, y que hablar con otras personas sólo te ayuda hasta un cierto punto. Sin más remedio, reconoces que eres tú la que tienes que seguir, ya que todo lo que te rodea ahora mismo, mañana puede que no esté, o tal vez nunca supiste que estuvo. De algún modo u otro, lo único que has hecho estas dos semanas atrás ha sido ver obstáculos, cegarte en no ver nada más que barreras que te impiden llegar a lo que quieres conseguir. Pero si nos ponemos a contradecirnos, puede que en eso consista esto a lo que llamamos vida, en superar ese tipo de barreras, esas cosas malas, y una vez las hayamos superado, poder mirarlas por encima del hombro y escupirles, poder gritar que has vencido y que eres tú la que cada vez te vas haciendo más y más grande. En cierto modo, no podemos depender de nadie, yo no quiero atarme a nadie, no quiero que nadie me haga falta día a día, aunque también es verdad que solos no vamos a ninguna parte, que has de rodearte de lo que mejor te conviene, y yo creo que para continuar este camino, MI camino, aparte de las fuerzas y las ganas que han brotado de algún rincón que daba por perdido en mi cuerpo, tengo el mejor motor del mundo, y son todas y cada una de las poquitas personas que a día de hoy me rodean. Como he dicho antes, me contradigo e intentaré que esta positividad me dure el tiempo suficiente como para poder saber cuál es mi límite.

12 de enero de 2014

Imposible volver a reconstruir(me).

Un domingo más que pasa, un domingo más vacío que quien está lleno de sí mismo, buscando la inspiración aún perdida en algún rincón de mi cabeza. Trato de no mentirme, hacerme la fuerte, pero de nada sirve. Puedo verte 5 veces al día y estar entera, pero si hablo de ti sin que estés presente, siento cómo me hago añicos, y los trocitos cada vez son más y más pequeños. Imposible volver a reconstruir(me). Lo mejor de todo es que no sé ni a quién coño le escribo, ni por qué me duele(s) tanto. El tema del amor nunca ha ido conmigo, pero desde hace un tiempo es lo único que me sale expresar, me hace(s) sentir bien, pero a la misma vez me mata(s), y no, no quiero. Lo que quiero es, como bien dice el maestro Sabina, encontrar un amor a medida, algo que no duela, y que todo el rato esté lleno de caritas sonrientes, de paseos hacia ningún lugar, un amor de esos que te manchan la nariz de helado, que te salpican por la orilla de la playa aunque sea invierno, que te cuide porque estás malita, que se sienta culpable y te regale muchas chuches y te de mimitos, y otras veces que haga el capullo haciendo el mimo, un amor con el que puedas hacerte fotos ridículas, pero que detrás de todo eso retumben todas las risas, y esté todo desordenado; pinturas, ropa, tu vida por ejemplo...un domingo más buscando(te), un domingo más lleno de nada.