Musicota.

11 de marzo de 2012

Todo en contra, joder.

Llega un punto en el que decides que no puedes más, que abandonas, que dejas todo por perdido, que no vuelves a intentarlo, que se te acumulan todos los problemas habidos y por haber del mundo. Haces un último esfuerzo y no te sirve de nada, entonces, piensas y te das cuenta de que no puedes seguir así, que tienes que ir más despacio. Llevas toda la semana entrenando sola a baloncesto y te preguntas si te servirá de algo, pero cuando llegas a un partido, todo lo que has hecho te sirve para demostrarlo en el campo, todos los tiros, todos los triples, todos los uno contra uno que hiciste con el entrenador. Te das cuenta de que aunque estés siempre discutiendo con tu madre, a la hora de salir a defenderte, ella es la primera. Que siempre queda gente que lucha por ti, que te sube el ánimo. El otro día, comiendo, pensaste que tu madre te dejó sola en la cocina aposta, delante del bote de la nata, porque sabe que te encanta, y tú no hiciste otra cosa que comer más tranquila, y leyendo sus instrucciones, ¿A que no sabías que se debe guardar en el frigorífico de manera horizontal? Pues yo sí, pero porque lo leí, después de echármelo todo en la boca jajaja. Y que aunque todo te vaya en contra, has de saber que siempre queda algo por lo que seguir luchando, que no te puedes encerrar en ti misma y que tienes que agradecer a esa persona que siempre ha estado escuchándote. Tenía esto demasiado abandonado, pero me doy cuenta de que me ha servido de mucho, por ejemplo, para centrarme en mí misma, para saber lo que quiero, para recuperar alguna que otra asignatura, etc. Y así dejo esto, que es domingo y toca estar con la familia.

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